por Gustavo Bonfiglio Oscar Bonfiglio Moüett, nació en la Ciudad de Guaymas, Sonora, México el 4 de febrero de 1936; hijo del General de División, Diplomado del Estado Mayor Presidencial, Oscar Bonfiglio Martínez “El Yori”,
por Gustavo Bonfiglio
Oscar Bonfiglio Moüett, nació en la Ciudad de Guaymas, Sonora, México el 4 de febrero de 1936; hijo del General de División, Diplomado del Estado Mayor Presidencial, Oscar Bonfiglio Martínez “El Yori”, quien fuera el primer portero del seleccionado mexicano de futbol y que participó en el Mundial de Uruguay 1930 y como primer portero seleccionado en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928.
Conocido por todo mundo como Oscar Morelli, cumplió su faceta artística como actor de radio y TV; actor de doblaje; director de escena en teatro, radio y televisión; director de escena y asesor para películas históricas, asesor de novelas históricas (con el director Gonzalo Martínez del equipo de Don Ernesto Alonso).
También fue maestro en el CEA de Televisa, San Ángel, pero lo que pocos conocen es que Oscar Morelli también fue militar, carrera que dejó pasar de largo al percatarse de que no era lo que él deseaba para sus hijos (siempre decía que la guerra era el manifiesto de los poderosos para subyugar a los débiles), y al no estar conforme con los acontecimientos de 1968 en México, decidió solicitar su baja definitiva de la milicia donde obtuvo el grado de Capitán segundo del área de Intendencia. Previo a haber dejado la carrera de las armas estudió actuación en la escuela del que a la postre se convertiría en su padrino, mentor y testigo de boda: Don Fernando Soler.
En aquel 1958, Oscar Morelli, le solicitó al jefe de tropa que lo pusiera en los turnos de noche y lo ayudara a ausentarse para poder ir, desde el antiguo Colegio de Popotla, a la Colonia Roma; de regreso al Colegio Militar, Oscar, pasaba siempre por la calle de Sadi Carnot donde se quedaba de ver con algún amigo de la Academia Andrés Soler. En una de sus muchas veces en la cafetería, que se encontraba en la esquina de la calle Altamirano, ocasionalmente se reunía con actores que salían de trabajos en la Gran Logia Valle de México y tomaban algún refrigerio para retornar a sus casas o labores cotidianas; entre una de esas reuniones, se encontró con un amigo suyo de toda la vida quien acudía también a la Gran Logia Valle de México, era el Gral. Miguel Chávez Aguilar quien a escondidas del Colegio Militar acudía a trabajos en logia, él fue su primer contacto en la masonería.
Tiempo después conoció a varios actores que acudían también a trabajos masónicos, entre ellos figuraban personajes como Joaquín Pardavé; Luís Gimeno; y Jorge Mondragón, con quien fincó una estrecha relación de amistad y compadrazgo y de quien recibió, en el año de 1957, la invitación para iniciarse en la Respetable Logia Simbólica Oasis doce n. 29, en donde, después de dos años, logró el grado de Maestro Masón.
Durante 1958 se dedicó de lleno a estudiar actuación, a escondidas de la milicia y de su propia familia, con el finado actor Don Fernando Soler, en la escuela, hoy conocida como, Instituto Andrés Soler; en ese año Don Fernando lo escogió como rostro juvenil y lo invita a participar en una obra de teatro que se presentó, por más de ocho meses, en el interior de la República Mexicana. Es ahí donde conoció a la mujer, que a la postre, sería su compañera de vida. Después de un breve noviazgo de tan solo un mes, y con el beneplácito de Don Fernando Soler, decidieron casarse en Torreón Coahuila, el 2 de junio de 1958, en una boda muy curiosa: en el Teatro Isauro Martínez y con el público de la función fungiendo como testigos de la boda civil.
Coincidentemente, María Eugenia Ríos, la gran mujer con quien se casó Oscar Morelli, también se inició en la orden masónica en 1957, en la Respetable Logia Simbólica Oasis n.5, invitada por la también actriz Pilar Zen y exaltada al grado de Maestra Masona en tan solo un año.
Algo que no se ha mencionado jamás en algún libro o anecdotario de Don Oscar Morelli, es que, siendo Capitán del Ejército Mexicano en el año 1968, se enteró, a finales de agosto, lo que se preparaba en las altas esferas militares. Él, siendo militar se horrorizó con lo que estaba por venir en México y justo una semana antes de los acontecimientos ocurridos en Tlatelolco, solicitó su baja definitiva del Ejército Mexicano. El 2 de octubre de 1968, Oscar Morelli, salió a las calles de la Ciudad de México para ayudar a los jóvenes estudiantes; llegó desde su casa ubicada en Coyoacán, hasta el Instituto de Bellas Artes y a la Gran Logia Valle de México y disimuladamente sacó a todos los jóvenes que pudo para llevarlos, en varios viajes en su antigua camioneta Rambler color verde azulado, hasta la Asociación Nacional de Actores (ANDA). Ahí, le solicitó al entonces secretario Rodolfo de Anda, que guareciese a todos esos jóvenes y que no permitiera que nadie los sacara, mucho menos los miembros del ejército y la policía de esa época. De estos sucesos nadie habló por años debido al miedo y la desconfianza que prevalecían en el país.
Como actor, buscó la manera de apoyar a los jóvenes de la época para que siguieran adelante pero siempre de manera pacífica; a quienes fuimos sus hijos de sangre nos enseñó que no hay nada más bello que la lectura y nos conminó a leer todo tipo de literatura y no dejar de hacerlo nunca.
En comparación con muchos actores de la época, él optó siempre por seguir estudiando y durante muchos años tuvo la fortuna de tener la guía de grandes actores que siempre le prestaron ese apoyo. Él decía que esta virtud la había pescado en la Gran Logia Valle de México, por lo cual le tenía un gran amor y afecto.
El querido hermano Maestro Masón, Oscar Morelli, gustaba de reunirse en la Gran Logia Valle de México con actores, ferrocarrileros, o de cualquier oficio o profesión, y si bien no gustaba de acudir a restaurantes o fondas con mucha gente, por temor a ser reconocido y que no le dejasen disfrutar sus alimentos o bebidas, cuando lo hacía lo disfrutaba mucho por estar con las personas y escucharlas hablar o platicar con ellas.
Como buen masón, gustó siempre de llegar a las instalaciones de la Gran Logia Valle de México y antes de entrar a trabajos en su logia de toda la vida: Oasis Doce N.29, se sentaba en la cafetería, en la mesa del fondo del lado derecho, pedía su ansiado cafecito o coca cola helada, un cenicero y desde ahí, observaba todo el panorama. En dicha cafetería capacitó a cientos de masones aprendices, compañeros o maestros, quienes acudían a la Gran Logia, buscando alguna respuesta o acrecentar sus dudas.
Junto al Maestro Masón Elías Zabaneh, en el año de 1972 conminó a todos los miembros de su logia para apoyar económica y presencialmente a los niños del Hospital Shriners de la Cd. De México, en el día del niño, para que no se sintiesen solos en dicho día. Se les empezó a llevar juguetes de la época, pasteles y uno que otro espectáculo cuando las autoridades del hospital lo permitían o lo autorizaban. Hoy en día la Respetable Logia Simbólica Oasis Doce N.29 ha continuado con ese legado en cada uno de los cuadros que han transitado por el taller.