Parte 2
por Martín Saucedo Hernández
Anteriormente referí que codificar significa convertir datos en un código. Saussure define al código como “un sistema de convenciones explícitas y socializadas”. Para entender claramente lo que es un código, citaré el siguiente texto de John Medina de su obra las 12 claves del cerebro: “Crear códigos implica siempre traducir una forma de información a otra, generalmente para su transmisión y a menudo para mantenerla en secreto. Desde un punto de vista fisiológico, la codificación es la transformación de fuentes externas de energía en patrones eléctricos comprensibles por el cerebro”.
Desde un punto de vista puramente psicológico, es la manera como percibimos, prestamos atención y, en última instancia, organizamos la información para su almacenamiento. Desde ambas perspectivas, codificar es preparar información para su procesamiento.
Por lo tanto, un código es información traducida o cambiada a otro tipo de información, la cual se prepara con la finalidad de ser procesada o decodificada. John Medina describe tres tipos de codificación, la codificación semántica, la codificación fonémica y la codificación estructural. Para este artículo utilizare o interesa en este caso particular, la codificación semántica, ya que lo que se busca es precisamente explicar el efecto del discurso como dispositivo de poder utilizado como mecanismo de dominación.
¿Para qué codificar? ¿para qué sirve el código?
Como ya lo he señalado en el párrafo anterior, el código es información traducida que busca ser procesada, es decir, es información que requieres ser comprendida. Ahora bien, ¿para qué descifrar el código?, ¿qué es lo que se busca cuando se pretende identificar cierta información codificada? La respuesta podría ser en apariencia muy simple, pero no lo es, citare el siguiente texto de John Medina: “Pese a su amplio alcance, los científicos han descubierto que todos los procesos de codificación comparten ciertas características, tres de las cuales representan una verdadera promesa para su aplicación, tanto en la educación como en los negocios, incluiré en estos términos la política y las tecnologías de poder, los saberes.
1) Cuanto más minuciosa sea nuestra codificación de la información en el momento del aprendizaje, más fuerte será el recuerdo.
2) Parece que la huella de un recuerdo queda almacenada en las mismas partes del cerebro que percibieron y procesaron la información inicial.
3) La recuperación puede mejorarse al replicar las circunstancias que rodean a la codificación inicial.
Si usted aprende algo estando triste, tendrá más probabilidades de recordarlo si, en el momento de la recuperación, algo lo pone triste por alguna razón. Es lo que se conoce como aprendizaje dependiente del contexto del estado.
Podría parecer asombrosa la respuesta a la pregunta, cuando infiere que la respuesta simple es precisamente que la información que se procesa debe ser aprendida y recordada en determinadas condiciones. Sin embargo, el verdadero sentido de esta información que se recuerda y aprende, tendrá un sentido diferente cuando entremos al análisis y estudio de los dispositivos de control y mecanismos de seguridad, los cuales operan en términos de biopoder para administrar la vida, las formas de vivir y las formas de morir, temas que no son elementos de análisis por esta ocasión, pero que son elementos muy importantes del pensamiento de Foucault. En este punto recomendare explorar la Doctrina del Shock de Naomi Klein, pero relacionada con la Necropolítica de Achille Mbembe.
Antes de concluir el tema, debemos hacer mención del significado del código, ya que todo signo codificado debe tener un sentido lógico para poder ser interpretado y comprendido correctamente como un instrumento táctico de poder, es decir, saber cuál es el verdadero mensaje y su finalidad. Así será más comprensible el sentido estratégico del código, que, de acuerdo con Guiraud Pierre, que define al código como la “idea que representa un signo” e “idea a la que puede ser referido un objeto de pensamiento”. Esto implica que para poder interpretar un código correctamente en un discurso, el signo que este represente en su estructura debe tener un sentido lógico de interpretación, ya que de otra manera la interpretación errónea del código (signo), implicaría una táctica mal dirigida.
Ahora bien, los procesos de codificación mediante los cuales aprendemos y que se construyen en el lenguaje, requieren de un estudio a fondo de sus funciones, que si bien no es el momento para hacerlo, referiré brevemente los trabajos y estudios de Noam Chomsky y Rafael Echeverría, con el objeto de poder relacionar la importancia del lenguaje en el diseño del discurso.
Para entender los efectos táctico del discurso en los sistemas de actuación del sujeto, se debe analizar como incide el lenguaje en los sistemas de aprendizaje cognitivo de las personas, que están íntimamente ligados a la forma de actuar, lo que Echeverría define como las acciones de acuerdo con nuestra identidad, la cual se construye por medio del lenguaje.
Chomsky señala que, los sistemas de actuación parecen formar parte de la facultad lingüística, facultad que se modifica constantemente, es decir, que cambia. A este proceso se le concibe como aprendizaje, el cual se realiza por medio de la adquisición del lenguaje. En este mismo sentido Echevarría lo define como el lenguaje y la acción, somos según como actuamos. En su libro la Ontología del lenguaje, determina que el lenguaje no es pasivo ni descriptivo, es acción, determina a su vez que la acción es una distinción lingüística, que si bien nos permite diferenciar las cosas que observamos, también va a incidir en nuestra forma de actuar. Es decir, que la distinción nos va a permitir observar el mundo de las cosas de acuerdo con nuestro lenguaje, y como consecuencia actuaremos en función al cómo se construye nuestro sistema lingüístico. Lo que implica que el discurso desde la perspectiva táctica, busca incidir en la modificación, alteración y construcción del sistema lingüístico de los sujetos.
Pero. ¿Qué tiene que ver la acción con el lenguaje, con el discurso?, ¿Cómo es que se relaciona nuestro comportamiento con el lenguaje, con el discurso? Bien, las aseveraciones semánticas de las que nos habla Echeverría son las que permiten interpretar lo que hacemos de acuerdo con nuestras inquietudes, es lo que le da sentido a lo que hacemos. Por otra parte, nos dice que la acción humana es una actividad que es interpretada al referirla al dominio de las inquietudes. La acción humana es actividad más interpretación. De lo anterior se deduce que, vamos a actuar de acuerdo con nuestra manera de interpretar las cosas, y si entendemos que nuestros procesos de aprendizaje se enfocan precisamente en recordar los códigos en el leguaje que procesamos, entonces podemos deducir, que nuestras acciones son el producto de nuestros procesos de aprendizaje adquiridos por medio del lenguaje.
No se debe pasar por alto la nota que hace Rafael Echeverría acerca de lo que nos recuerda el biólogo Humberto Maturana, en el sentido de que, solo podemos hacer lo que nuestra biología nos permite; no podemos traspasar los límites de nuestras capacidades biológicas. Esto es muy importante, siguiendo con Echeverría, el lenguaje nace de la interacción social entre los seres humanos. En consecuencia, el lenguaje es un fenómeno social no biológico. Lo que Foucault define como las prácticas sociales de las cuales surgen las relaciones de poder – biopoder.
Para el análisis del tema del discurso como dispositivo táctico de poder, es muy importante comprender la hipótesis que se plantea, que es precisamente la influencia del discurso como un proceso social específico, táctico, en donde la validación de un discurso que produce y genera distinciones lingüísticas, también produce identidades (ideologías), saberes que se pueden identificar como tecnologías, que opera como un mecanismo táctico de dominación, un dispositivo que se autorreproduce gradualmente por medio de una dinámica que surge de las relaciones de poder.
Esto implica que una codificación lingüística en el discurso trae como consecuencia una táctica desplegada como tecnología de poder que crea de datos, saberes que reproducen y autorreproducen un conocimiento, por lo tanto, un discurso tiene como funcionalidad la creación de verdades o saberes en todos aquellos a quienes va dirigido con una finalidad específica, generar un recuerdo y un aprendizaje.
Para concluir, todo discurso tiene un objetivo específico mediante el cual se busca producir algún efecto en determinada esfera social o sobre determinado grupo, en este sentido reside la función del discurso como dispositivo táctico, esto es algo sencillo de comprender hasta cierto punto, ya que desde el inicio de este artículo lo que se pretende es explicar los efectos del discurso como un dispositivo táctico de poder, una tecnología, un mecanismo de dominación.
Un discurso como tal, no solo pretende trasmitir una idea o un pensamiento concreto, busca desde el punto de vista de Foucault y de lo planteado en este artículo, generar estructuras de aprendizaje en los individuos por medio de códigos lingüísticos para modificar sus sistemas de actuación (administrar su vida en términos de biopoder), es decir, que todo discurso tiene como finalidad trasmitir un mensaje que produzca un aprendizaje para motivar un acto concreto de quienes lo reciben, cuyo fin estratégico o táctico es dominar, controlar para garantizar la permanencia de los que ejercen el poder en un momento determinado, algo que opera a través de una red de estructuras de poder.