EL PARTIDO DEL AÑO

por José Manuel Chino Cisneros (Tomado del libro: «…Puros cuentos.» del mismo autor) Domingo 19 de abril. La cita es al medio día, la jornada deportiva decretaba que en el estadio de la ciudad se

por José Manuel Chino Cisneros

(Tomado del libro: «…Puros cuentos.» del mismo autor)

Domingo 19 de abril. La cita es al medio día, la jornada deportiva decretaba que en el estadio de la ciudad se enfrentaban los equipos más populares del país, rivales por excelencia y enemigos hasta la muerte.

En las inmediaciones del complejo se vivía un ambiente de fiesta; miles de playeras con los colores de cada equipo se movían como hormigas de sus casas rumbo al estadio. Tanta era la intensidad que a kilómetros de distancia se podían escuchar los cantos y las porras de ambos equipos. El “…olé, olé olé olé…” se distinguía por sobre otro sonido al mismo tiempo que miles de sueños conjuntados se cumplían: ver ganar a su equipo.

Sin embargo, en una realidad alterna, donde los sueños no se depositan en los pies ajenos sino en los propios, la disciplina y esfuerzo apremian: el otro equipo, el de la liga local, le tocó jugar.

Alejados de los reflectores de las cámaras, de la logística de las grandes empresas de espectáculos y sin grupos de animación cantándoles, se enfrentaban al equipo de la colonia vecina, no al rival a muerte, sino a los compadres que viven solamente a unos pocos metros de distancia.

Los jugadores, de 18 hasta 40 años, estudiantes y trabajadores de entre semana, se entregan como si fuera el último partido de su vida. Aquí no existe el engaño, en este campo de juego no cabe el fingir ni el tirarse al pasto por nada, el tratar de engañar al árbitro está mal visto. Cada jugada se disputa con intensidad y con lealtad, el ánimo y el gusto por el deporte están por encima de todo.

De entre el ruido que emana del estadio profesional, apenas se escuchan las porras de los familiares y amigos que acompañan a los jugadores de la liga local, personas que apoyan a sus equipos para que logren cumplir sus metas y sueños. Aunque están fuera del campo de juego, la energía se transporta hasta cada uno de los jugadores. Ellos, los acompañantes, tienen que resignarse a apoyarlos desde la calle, afuera del complejo, cual paparazzis espiando a sus jugadores, incitándolos, animándolos, apoyándolos.

Las instalaciones, al igual que los jugadores, no son de primer nivel, pero para los segundos, la práctica de este deporte es parte fundamental de su vida, conscientes de las circunstancias que hay en el manejo de los profesionales en el país, su pensamiento es claro: el dinero y los contactos que determinan quién se hace profesional no tiene que ver con ellos, para estos equipos, el amor al deporte es lo que los mueve.

Para estos futbolistas, no se trata de otro juego de domingo con los amigos de la colonia. Se trata de entrenar duro: fuerza, condición física y estrategia. Aunque no todo es futbol, la vida privada convive con la deportiva, se requiere estar en todo, para los que estudian obtener buenas calificaciones y para los trabajadores, tener las horas extras para lograr las metas.

Cuando uno habla de futbol mexicano profesional, se pueden recurrir a varios temas pero hay algo que lo caracteriza: nivel bajo y mediocre; marrullerías para engañar, tanto al árbitro como al rival; bajo nivel de amor y orgullo por la camiseta; entre otros muchos más. Y cuando las frustraciones se van acumulando torneo tras torneo, la esperanza de ver excelente futbol se pierde, la ilusión de ver triunfar a los equipos mexicanos en torneos internacionales se anula. Sin embargo, se abre un resquicio por donde entra la luz.

Si los aficionados tuviéramos acceso a los juegos que estos jugadores elaboran, todo lo anterior se desvanecería. ¿Por qué las fuerzas básicas de los equipos profesionales no voltean hacia los campos de futbol amateur? ¿Por qué, habiendo tanta materia prima de muy buena calidad, se desperdician recursos? ¿Qué tiene que pasar para dar continuidad a tantos “craks” en bruto?

El marcador final en el campo de la colonia anunció que el representativo local ganó 2 tantos contra 1, las sonrisas iluminan los rostros de los ganadores, familiares y amigos se encuentran a las afueras del complejo, la hidratación corre a cargo de la cooperación de todos, la junta con el entrenador es la despedida, se ponen de acuerdo para las actividades de la semana, a ellos les toca regresar a su realidad.

En el estadio profesional, el marcador fue 1 contra 1, ambos equipos fueron abucheados pero los dueños y los patrocinadores están felices: las localidades se agotaron.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *