KARL MARX: A 205 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Por Armando Castillo Romero «Marx para principiantes» fue nuestro primer encuentro con el Herr Professor alemán. Nuestra lectura juvenil, salida del talento del maestro Rius, se enriqueció tanto con la experiencia de vida como con otras lecturas

Por Armando Castillo Romero

«Marx para principiantes» fue nuestro primer encuentro con el Herr Professor alemán. Nuestra lectura juvenil, salida del talento del maestro Rius, se enriqueció tanto con la experiencia de vida como con otras lecturas más rigurosas.

Sin exageración alguna, podemos afirmar que la humanidad es otra después de que Marx disecciono la economía-política. La economía sin política es una abstracción, la política sin economía es una quimera.

Hijo de un abogado inquieto en términos intelectuales, Marx creció en un ambiente familiar donde las lecturas hogareñas incluían a Voltaire y Kant, principalmente.

Sus primeras inquietudes toman una vertiente filosófica que lo llevan a abordar la comparación de la filosofía de Demócrito con la de Epicuro, donde ciertamente desarrollo un método de estudio y análisis particularísimo.

Heinrich Marx inculcó en sus hijos un espíritu autónomo, critico; que debían de ejercer sobre todos los asuntos del Estado.

Karl Marx (5 de mayo de 1818, Tréveris, Alemania) fue un estudioso consumado. En la prestigiada universidad de Berlín, estudió Derecho, Filosofía y, más tarde, en Francia, Economía.

La positiva influencia del padre de Marx fue el pilar determinante para la formación del joven Marx, quien acabaría siendo un destacadísimo filósofo, historiador, economista y provocador político.

Sin duda alguna, la mayor aportación de Marx al pensamiento moderno es la crítica de la economía política. En aquel entonces el pensamiento económico no estaba (deliberamente) divorciado, como lo está hoy, del análisis sobre la sociedad, la cultura y la política.

En la universidad de Berlín, Marx entro en contacto con los discípulos de Hegel con los que acabo distanciándose, no sin antes haber escuchado crudamente sus posturas, ya que los Hegelianos sostenían que el desarrollo de las sociedades es permanente y en constante cambio. En ese cambio están incluidas las ideas y las instituciones. Sin embargo, más temprano que tarde, Marx concluía, a diferencia de Hegel y sus seguidores, que la fuerza que determina el cambio es material y económica.

Como didácticamente afirma el maestro Rogelio Ramírez de la O, «su materialismo dialéctico es el modelo que utiliza para interpretar los grandes cambios históricos y las transformaciones antes y después del capitalismo, incluyendo las varias etapas de éste». (La Orden masónica era marxista antes de Marx, pues las triadas que postulamos llevan a síntesis siempre preliminares).

Ciertamente, muchos y destacadísimos economistas presidieron a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, de 1859, y al primer volumen de El Capital en 1867, entre los que podemos mencionar a Adam Smith, David Ricardo y Thomas Robert Malthus.

La originalidad del pensamiento marxista es que éste se movió al margen del pensamiento económico ya desarrollado en Inglaterra, cuna del capitalismo. El marxismo creó su propia cosmovisión, genero sus propias incógnitas (más que respuestas) e inequívocamente debe de ser considerado como un sistema distinto de pensamiento económico al ya desarrollado.

El maestro Ramírez de la O dice más sobre el marxismo: «Su énfasis en el modo de producción introdujo una categoría de análisis que hasta entonces no estaba presente en los economistas clásicos, es decir, la diferenciación del modo de producción capitalista de otros modos de producción que existieron anteriormente, incluyendo el feudalismo. Aunque tanto en los clásicos como en Marx el trabajo es la fuente de toda acumulación de medios de producción, el modo marxista de producción tiene características que lo hacen diferente de otros modos de producción. En el capitalismo el trabajador es libre y no es esclavo ni siervo y con esa libertad vende su fuerza de trabajo a cambio de un salario. Este intercambio tiene lugar en un sistema bien definido de relaciones sociales».

El estudio histórico-político-económico de Marx reveló que el secreto del capitalismo es un dilema de acción colectiva: la propiedad de los medios de producción define quién se apropia del producto del trabajo de quienes participan en ella. Esa propiedad privada, decía Marx, es una forma de explotación. Lo anterior nos lleva, inevitablemente, a una situación permanente de injusticia y desigualdad, al menos, que las partes en vez de realizar una «lucha de clases» busquen un «convenio» de clases a través de un acuerdo social diferente y complementario. Era inevitable que los análisis de Marx no tuvieran una liga vinculante con los grandes cambios sociales. Para Marx, el socialismo es una etapa más avanzada del capitalismo, en el cual distinguió sus etapas mercantil, industrial y financiera. El acceso del capitalismo a una fase superior, el socialismo, solo puede lograse mediante la transformación, primero, del Estado, cuya esencia es la dominación.

El marxismo tuvo repercusiones políticas, ya que su legado se ramifico en dos partidos históricos: la socialdemocracia y el comunismo. Para la primera, nos dice el maestro Valdés Ugalde, «el cambio debía ser conseguido mediante la participación del movimiento obrero en la política democrática naciente en Europa Occidental. Para los segundos, era necesaria la revolución política instaurando la dictadura del proletariado, terminó acuñado por Marx y Engels para oponer a la dictadura de la burguesía».

Marx había planteado el surgimiento del socialismo sólo a partir de una economía industrial evolucionada y no de una economía agraria, como era Rusia al punto de su revolución. Hoy, no hay duda del desplome del modelo económico en la extinta URSS. La teoría no llevo a la tierra prometida, por el momento.

Los estudiosos señalan los dos errores más graves de su teoría del capitalismo: a) la reducción del Estado a una herramienta de dominación y b) la impronta hegeliana de un futuro sometido a leyes preestablecidas.

Indubitablemente, Marx subestimó la gran capacidad que tiene el sistema capitalista para superar sus crisis y seguir evolucionando dentro del mismo patrón de propiedad privada y libertad para vender y comprar.Evidentemente, hay otros modelos de propiedad que coexisten con la propiedad privada pura, como las cooperativas o la propiedad accionaria parcial para los empleados. Sin embargo, avizoramos que Marx se alejo del pensamiento liberal, sin el cual él mismo no se explica ni tiene sentido su aspiración más alta:

liberar a la humanidad de todas sus cadenas.

Hoy la teoría económica de Karl Marx se ha degradado, desafortunadamente, a una especialidad y sólo en algunas naciones y en algunos Centros de Estudios.

A doscientos años de su nacimiento, Karl Marx y sus aportaciones (que las hubo) han tomado causes e intensas investigaciones, también, sobre el concepto de Estado.

El Estado (democrático-y-auténticamente representativo) y la Política, con todas sus limitaciones deben buscar y proponer soluciones tanto en la igualdad política como en la apropiación del resultado del trabajo sin fines puramente benéficos para los propietarios de los medios de producción.

Para el eminentísimo Oscar Uribe Villegas, la expulsión del Paraíso no fue porque los involucrados probaran el «fruto prohibido» sino que ese fruto representaba la propiedad privada per se. No me parece descabellada tal hipótesis.

Quizá la aplicación no dogmatica de las ideas «marxistas» tarden de nuevo en aplicarse (ya no nos tocara ser testigo de ello) pero sus anhelos de igualdad siguen vigentes más que nunca.

Re-pensar a Marx en el 2023, aunque sea de una manera tan breve como las plasmadas en estas líneas, son un pequeño testimonio tanto de su grandeza moral como de su portento esfuerzo intelectual por comprender lo humano.

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